- Los contratos de construcción en México suelen favorecer a los clientes, perjudicando a las empresas contratistas.
- Esto genera desconfianza y dificulta el desarrollo de la industria.
La industria de la construcción en México enfrenta un serio desafío: la inequidad en los contratos. A lo largo de los años, empresas contratistas han sufrido pérdidas significativas, incluso la quiebra, debido a cláusulas contractuales desproporcionadas que les imponen riesgos excesivos.
Los contratos de construcción más comunes en México, como los de precio alzado y precios unitarios, suelen favorecer desmedidamente a los clientes. Estos acuerdos limitan drásticamente los derechos de los contratistas, impidiéndoles solicitar pagos adicionales o prórrogas, incluso cuando las circunstancias lo justifican. Además, las garantías y retenciones económicas impuestas a los contratistas son difíciles de recuperar, lo que representa una carga financiera adicional.
Ante esta situación, surge una pregunta fundamental: ¿por qué las empresas aceptan contratos tan desventajosos? La respuesta es compleja y multifactorial. Por un lado, la desesperación por obtener proyectos lleva a muchas empresas a aceptar condiciones injustas, con la esperanza de encontrar soluciones a futuro. Por otro lado, la falta de flexibilidad por parte de los clientes convierte la negociación en un proceso unilateral, dejando a los contratistas sin margen de maniobra.
Sin embargo, el problema va más allá de las negociaciones individuales. La desconfianza arraigada entre clientes y contratistas ha generado una cultura contractual basada en la protección excesiva de una de las partes, en detrimento de la otra. Esta falta de confianza ha llevado a la creación de contratos desequilibrados, donde los riesgos recaen casi por completo en los contratistas.
Para revertir esta situación, es necesario implementar mecanismos de arbitraje más equitativos y expeditos que permitan resolver conflictos de manera justa. Asimismo, es fundamental fomentar una cultura contractual basada en la negociación y el equilibrio, donde los derechos y obligaciones de ambas partes sean claros y justos.
En última instancia, la solución pasa por recuperar la confianza entre clientes y contratistas. Esto implica un cambio de mentalidad y una mayor colaboración en la industria de la construcción. Al fin y al cabo, la construcción es un sector estratégico para el desarrollo del país y merece un marco contractual que promueva la equidad y la sostenibilidad.