- La pérdida de una mascota se equipara, para un alto porcentaje de dueños, a la de un familiar cercano, desencadenando un proceso de duelo que, a menudo, es invalidado por el tabú social con frases como “era solo un animal”.
- Ignorar este dolor vulnera la salud mental y afecta las interacciones familiares, por lo que la empatía de nuestro entorno y el apoyo profesional se vuelven cruciales. La comprensión familiar es necesaria para que los cuidadores puedan transitar esta difícil etapa de forma saludable.
7 Recomendaciones para Afrontar el Duelo
La recuperación de la pérdida de un compañero animal es un proceso personal que requiere tiempo, comprensión y, sobre todo, validación. A continuación, se presentan estrategias recomendadas por especialistas para transitar esta etapa de manera saludable:
1. Reconocer la validez del duelo y buscar apoyo profesional
El primer paso crucial para la sanación es reconocer la validez del duelo. Es fundamental permitirse sentir y expresar la tristeza, la ira o la culpa sin juicio. Lamentablemente, un estudio de la Universidad de Málaga revela que solo el 11% de los afectados busca ayuda de un experto para manejar su pérdida. Buscar apoyo profesional (psicólogo o tanatólogo) ofrece herramientas especializadas para la elaboración de la pérdida y mitiga el riesgo de que la pena se complique.
2. Honrar la memoria y el vínculo afectivo
Para honrar la memoria de la mascota que ha partido, es importante celebrar su vida. Compartir anécdotas y momentos felices con la red de apoyo se convierte en una poderosa herramienta de sanación. Además, crear un memorial en casa, un espacio que incluya sus fotos y juguetes favoritos, ofrece un lugar para la reflexión positiva y la resignación, fortaleciendo el vínculo afectivo.
3. Mantener el autocuidado y las rutinas diarias
El duelo es agotador a nivel físico y emocional. Es crucial priorizar el autocuidado, asegurando una alimentación adecuada, hidratación y descanso. Asimismo, mantener las rutinas básicas ayuda a contrarrestar la sensación de desorden que deja la ausencia del animal. El ejercicio suave también es beneficioso, ya que reduce la tensión emocional.
4. Usar la escritura terapéutica y los grupos de apoyo
La escritura terapéutica es una herramienta poderosa. Escribir un diario o redactar una carta de despedida a la mascota permite externalizar emociones y procesar recuerdos. Además, buscar grupos de apoyo con personas que han vivido una pérdida similar ofrece un entorno libre de juicios y la comprensión que a menudo falta debido al tabú social.
5. Evitar la toma de decisiones apresuradas
Es fundamental evitar la decisión de adoptar un nuevo animal o deshacerse de objetos del compañero que ha partido de forma inmediata. La adopción de una nueva mascota debe surgir en un momento de estabilidad emocional, como un acto de continuidad del cariño incondicional, no como un reemplazo impulsivo para llenar un vacío.
6. Canalizar el dolor mediante la solidaridad animal
Una forma constructiva de redirigir la energía emocional es apoyar a los desprotegidos. Donar tiempo, recursos o alimento a albergues u organizaciones civiles se convierte en una vía tangible para honrar la pérdida, transformando el dolor en una acción que impacta positivamente el bienestar de otros seres.
7. Fomentar el diálogo abierto en el entorno familiar
Cuando hay niños en el hogar, es vital hablar de la pérdida con honestidad y de forma adecuada a su edad. Es crucial evitar frases como “se fue de viaje” para evitarles confusión o miedo a dormir o viajar. Involucrarlos en rituales de despedida, como un dibujo o sembrar una planta en memoria de la mascota, les ayuda a procesar sus emociones y valida su dolor.
Cerrando una herida profunda
La pérdida de una mascota es, sin duda, una herida emocional profunda que requiere ser reconocida y validada para una sanación saludable. El camino para superar este duelo no tiene un tiempo fijo, pero se basa en la aceptación del dolor, el autocuidado constante y el apoyo profesional si es necesario.
Al permitirnos honrar el fuerte vínculo afectivo a través de rituales de memoria y fomentar un diálogo comprensivo en el entorno familiar, transformamos el sufrimiento en un recuerdo pacífico de amor incondicional, lo que finalmente nos permite adaptarnos a la ausencia.